Analizamos las apuestas municipalistas

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Desde varios lugares de la Fundación muchos de nosotros hemos estado involucrados en algunos de los procesos municipalistas de los últimos dos años, en lo que los compañeros del Observatorio Metropolitano de Madrid llamaron “la apuesta municipalista” –el libro aquí–. Después de ese tiempo hemos querido hacer una pequeña evaluación situada desde cada proceso o cada nodo: qué hipótesis de trabajo teníamos al principio y qué nos hemos encontrado en la concreción de esas ideas, han sido las preguntas principales a las que tratamos de dar respuesta. Aquí os dejamos con el resultado en forma de artículos que hemos publicado en el Periódico Diagonal.

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Aquí Marisa Pérez Colina, nos habla de Ahora Madrid / Ganemos Madrid.

Convertir la apuesta municipalista en palanca democratizadora

“… sin perder el norte de seguir ampliando la escala de democratización, en el terreno local convendría evitar tanto la barrialización de las demandas –es preciso poner el zoom en las realidades distritales pero sin renunciar a la profundidad de campo de, como poco, la ciudad toda–, como la reconversión de la política en gestión de expertos: porque el verdadero saber hacer es el de las afectadas y los afectados, y su capacidad de producir peleas transversales con resultados efectivos.”

Barcelona

Sobre Barcelona en Comú yescriben Rubén Martínez y Laia Forné de La Hidra Cooperativa.

El ayuntamiento de Barcelona está diseñado para que nada cambie

“Con suficiente voluntad política –y consenso en el consistorio– el Ayuntamiento de Barcelona permite compensar los efectos de las crecientes desigualdades sociales. Pero no hacerlas desaparecer. El bajo techo con el que topan las acciones de gobierno deja claro que no existen unas palancas institucionales que eliminen automáticamente los problemas estructurales. Lo que sí existen son varias capas funcionariales dispuestas a reproducir una y otra vez el rumbo institucional acumulado. Esa inercia institucional lleva adjunta una invitación al ‘gestionalismo’ que amenaza con absorber el trabajo cotidiano del gobierno local. Lotes de tareas ocupacionales llenan las agendas intentando moldear las conductas de quienes entran en las instituciones. Un cartel cargado de mensajes custodia la puerta de la nueva alcaldía: “No olvidemos nunca quiénes somos y porqué estamos aquí”. Nos avisa de que la inercia institucional quiere hacer la cobra a las demandas de la calle.”

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Pablo Lópiz escribe sobre Zaragoza en Común.

Construir democracia, extender la alegría

“Ciertamente, acceder a la alcaldía de un ayuntamiento de una ciudad, por muy grande que ésta sea, no es ni mucho menos hacer la revolución. Enajenada la práctica totalidad de sus competencias en otras administraciones, asfixiado por la deuda pública y sin posibilidad de acceder a crédito, con muchas de las funciones externalizadas en empresas con contratos blindados, sin capacidad de recaudación y sometido a poderes que poco tienen de democráticos, acceder al gobierno municipal pudiera parecer una victoria pírrica.

Sin embargo, el éxito de Zaragoza en Común no ha de ser leído como un éxito meramente electoral, sino como el resultado de un proceso de articulación de fuerzas capaz de plantar cara al neoliberalismo a escala-ciudad y de escalar posiciones en el conflicto social. Nos hemos enfrentado a las grandes máquinas electorales que trabajan al servicio de los capitales, lo hemos hecho en su terreno y las hemos derrotado. No es poco. Hay que continuar.”

Málaga

Javier Fernández Cruz y Curro Machuca analizan Málaga Ahora.

Málaga Ahora como enjambre

“Para las personas que estén leyendo esto, resultará una obviedad decir que el municipalismo es antes que nada movimiento, con ansias de autogobierno, desde abajo y colectivo. No eran las elecciones nuestro objetivo, aunque parece que muchas, durante unos meses de irreflexión acelerada, lo olvidamos: justo nosotras, remisas en ocasiones a la propia acción de votar. El fin era asaltar la institución, luego ya veríamos qué desafíos tendríamos que afrontar. Pues bien, hoy ya lo conocemos: empoderarnos como ciudadanía, agenciarnos la vida. ¿Cómo? A través de la participación colectiva, herramienta para dar forma a una organización que desborde y, a la misma vez, acompañe a las compañeras que luchan desde la institución para ponerla en manos de la gente. Difícil, pero no imposible.”

Iruña

Santxikorrota explica la experiencia de Aranzadi en seis actos. Es importante recordar que el movimiento municipalista no es importante y rico sólo por las victorias, ni sólo porque exista en las grandes ciudades. De maneras diversas se han compuesto propuestas en ciudades medianas o pequeñas donde se están experimentando desde el movimiento a la institución pasajes, oportunidades y también, contradicciones.

Relato municipalista en seis actos

“Así las cosas, el municipalismo en Iruñea, como episodio de la energía precaria desencadenada hace cuatro años, operará bajo lógicas constituyentes interesantes mientras sea el reflejo de prácticas contrahegemónicas en calles y plazas pero tiene, hoy por hoy, varios límites difíciles de superar.

Primero, modificar su subordinación institucional a fuerzas electorales que ni son municipalistas ni consideran que el cambio social profundo sea prioritario.

Segundo, impulsar el debate en la densa y variada galaxia local de redes, organismos y movimientos sociales que dejaron de insertarse virtuosamente en los malestares sociales desde que se acoplaron a las distintas agendas políticas.

Tercero, activar la transferencia de recursos y legitimidades hacia los espacios de contrapoder democráticos y antagonistas que desarrollen los sectores de nueva politización y el precariado.”

Santander

Desde Cantabria escriben nuestros compañeros de La Vorágine / Cultura Crítica.

La paradoja del músculo

“El municipalismo es una apuesta que germina con más lentitud allá donde no hay músculo social que lo encarame, primero, y lo soporte y fiscalice, después. Pero es difícil que ese músculo social sea vigoroso sin una apuesta claramente municipalista en las instituciones que rompa el bucle de la ‘delegación incondicional’ de la política en los partidos y que genere un ecosistema amable para que las iniciativas sociales, políticas, económicas y culturales nacidas desde abajo puedan nacer, crecer, entretejer (se) y jugar un papel determinante en sus territorios. Esta paradoja, a veces capaz de ‘congelar’ la realidad –y siempre precisada de ser agrietada–, es más evidente en territorios pequeños, fragmentados, despolitizados, desencadenados de las corrientes estatales. Hay algunos elementos que explican la dificultad.”

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